Estela Sanz Posteguillo
El flamenco no es una ocupación adonde solo se va por las mañanas.
Con quince lo tenía muy claro, que yo quería ser directora de fotografía. Siempre he cantado, pero nunca lo había visto como una posible profesión. La música estaba sencillamente en mi vida, acompañándola como algo elemental, igual que comer y beber. En mi casa se oía constantemente música y cantabamos a todas las horas. Esto alcanzaba desde la música medieval, pasando por los discos antiguos de mis padres y de los últimos éxitos de los entonces años 70, hasta los casetes de flamenco, que yo compraba, cuando ibamos a España, en las gasolineras por 250.- pesetas.
En mi familia siempre había alguien que tocaba la guitarra y las coplas se escapaba a través de la ventana abierta de la cocina. Y naturalmente, yo ya tenía entonces mi propia banda, los famosos «Los Diablos» de Kaiserslautern.
Con el flamenco, entré realmente en contacto cuando me trasladé a Munich para estudiar directora de fotografía en la escuela superior de cine y televisión (Hochschule für Film und Fernsehen). Todo empezo con un concierto de flamenco en una bodega de Munich. Apartir de entonces empezó mi pasión por el flamenco y sus estructuras.
Y claro, para aprenderlo bien hay que hacerlo en su cuna. Por eso,un curso de verano en Sevilla, otro curso de verano… y finalmente una beca en la Fundación Cristina Heeren de Sevilla donde su profesorado estaba compuesto por grandes del flamenco como Paco Taranto, José de la Tomasa, Rocío Márquez, Arcangel, Javier Rivera y Laura Vital. Y entonces, durante esta época de estudios intensivos, ví con claridad que el flamenco llena las 24 horas del día y que no deja tiempo para otra profesión creativa. El flamenco no es nada adonde vamos por las mananas y por las tardes regresamos a casa.
Hoy, cada uno de mis días es flamenco: comparto escenario con diferentes compañías de baile y realizo actuaciones como solista. Junto con la bailaora Gisa Michelon y otros artistas, trabajo en diversos proyectos de flamenco, y cada vez que música, baile y luz, llegan a fusionar y forman una unidad mi alma fotógráfica se siente satisfecha.
Bueno, y aparte están mis clases de ritmo y palmas, para niños y adultos.